Simón Pachano: Bultos pesados | Columnistas | Opinión

Que un escándalo tapa a otro escándalo es una frase que se repite frecuentemente en nuestro medio. Se repite y no se desgasta porque es una verdad palpable. Hay quienes sostienen que la desmemoria ciudadana es la que imprime la velocidad con que los titulares de periódicos y noticieros pasan de un Jorge G. a una Mayra S. (así, como manda la absurda norma, solo con las iniciales de unos apellidos que todos conocen).

¿Qué opina acerca del caso Purga, organizado por la Fiscalía General del Estado? (O)

Es probable que haya algo de eso, que la despreocupación por lo público o la tolerancia con la corrupción generen esa liviandad en la percepción de asuntos que, si se mantuvieran a lo largo del tiempo, podrían inducir a la necesaria sanción social. Pero esa indiferencia (tratada en esta columna hace dos semanas) no debe ser motivo para dejar de lado dos factores adicionales que ayudan a explicar la sucesión de escándalos que terminan en el olvido.

El primero de estos es el altísimo grado que ha alcanzado la corrupción en el país. Los casos Metástasis y Purga, impulsados por la Fiscalía, son las muestras más claras de esa realidad.

Casos Encuentro, Metástasis y Purga: ¿afectarán electoralmente a CREO, Revolución Ciudadana y PSC?

Allí se hace evidente la configuración de una maquinaria corrupta, un verdadero sistema conformado por políticos, jueces, funcionarios judiciales, abogados, autoridades nacionales y locales, policías, empresarios y, por supuesto, en el lugar predominante los operadores del narcotráfico.

Se está fraguando algo más gordo porque los bultos que quieren tapar son demasiado pesados.

Se puede discutir si en esto participa solamente un porcentaje pequeño de la población o si es el modo de vida de amplios sectores, pero, debido a las pruebas presentadas, no quedan dudas de que ya no es solamente un foco de infección. Hay un cuerpo gangrenado.

El otro factor que lleva a tapar un escándalo con otro escándalo es la intención o la decisión de quienes acarrean los hechos delictivos como bultos tremendamente pesados. Confiados en la desmemoria ciudadana y a la espera de los fallos favorables de las instancias corruptas, saben que la táctica adecuada para lograr la impunidad es tirar un señuelo para desviar la mirada colectiva. Es la práctica que se va imponiendo en las redes sociales y de la que, en ocasiones, se hacen eco algunos medios de comunicación. En este mismo momento estamos asistiendo a una acción de este tipo, con la reacción de la mayoría legislativa frente a los casos Metástasis y Purga. Los intentos de condicionar, con la inclusión de otros hechos, el reconocimiento al trabajo que realiza la fiscal tendrían asidero si quienes los proponen reconocieran previamente la gravedad de los que ella está investigando ahora. Pero no es así, ya que ellos niegan esos hechos y, conscientes de que no podrán comprobar la inocencia de sus conmilitones, acuden a la vieja fórmula utilizada para tapar el escándalo.

¿Asombro?

No se puede descartar la posibilidad de que esa estrategia tenga éxito y que no solamente se tapen los delitos de los dos casos que afectan al correísmo y al socialcristianismo, sino que sea el pretexto para el cambio de votos en el juicio a la fiscal. Lo que se está discutiendo en la Asamblea, entre las contradicciones y negaciones, no es el contenido de un simple documento que solo tendría efecto simbólico. Se está fraguando algo más gordo porque los bultos que quieren tapar son demasiado pesados. (O)