Hernán Pérez Loose: Se acelera una ‘guerra fría’ | Columnistas | Opinión

Una de las cosas que se concluyó cuando se investigó el asalto masivo que lanzó Rusia en contra de Kiev y Járkov, a inicios de este año, fue que Rusia no era la única que estaba involucrada. El devastador ataque ruso, en el que cientos de civiles fueron víctimas, y en el que importante infraestructura fue aniquilada, contaba con tecnología de China, misiles de Corea del Norte y drones fabricados por Irán. Los gobiernos de estos tres países son un componente vital para sostener la agresión del Kremlin. La economía rusa –que en términos de su producto interno bruto es menor que la de Texas e igual a la italiana– simplemente no podría sobrevivir con las sanciones occidentales de no ser por el gigante asiático. La reciente visita de Putin a Pekín ha solidificado lo que en enero de 2022, a pocas semanas de la invasión a Ucrania, calificaron ambos líderes como una amistad “sin límites”. Luego que Putin lograra, sin visos de legitimidad, asegurarse otros seis años en el poder, su obsesión de someter completamente a Ucrania es irreversible. Quienes aún creen que esta invasión tuvo que ver con la expansión de la OTAN, simplemente desconocen la historia imperialista de Rusia. Pero eso no es todo. Taiwán parece convertida en la nueva Berlín, en el centro de un enfrentamiento entre China y los Estados Unidos, y sus aliados de la región. Por su parte, el régimen comunista de Corea del Norte no detiene la expansión de su arsenal nuclear. El nivel de consenso que se generó en el Consejo de Seguridad de la ONU por casi dos décadas se ha esfumado.

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En el campo de la economía internacional la fragmentación es igualmente acelerada. El presidente Biden, con el apoyo de Republicanos y Demócratas, acaba de incrementar estratosféricamente los aranceles a las importaciones chinas. La época dorada de productos chinos baratos termina así. La retaliación de Pekín será igual o peor. El Congreso estadounidense ha aprobado una ley autorizando al presidente a tomar los activos rusos –unos 5 mil millones de dólares– congelados en la banca de ese país para con ellos asistir a Ucrania en su reconstrucción. Este paso es el que esperaba la Unión Europea para proceder de igual forma. En total dichos activos bordean los 300 mil millones de dólares. Putin ha advertido que de llevarse a cabo esta política, las relaciones con Washington bajarán de nivel. Las fisuras de la economía globalizada y de la institucionalidad internacional liberal son cada vez más profundas. El aislacionismo progresivo de bloques y naciones entre sí; el surgimiento de un enfermizo nacionalismo; el ascenso de modelos dictatoriales; parece una marea gigantesca. Los cuatros regímenes mencionados que lideran este asalto contra el orden liberal forjado sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, sin dar una alternativa, avanzan rápidamente.

La llamada nueva Guerra Fría –si es que en realidad no se trata de la misma– se viene acelerando vertiginosamente. Como ha sido advertido, si los hitos de aquella –la guerra de Corea, el bloqueo de Berlín, los misiles en Cuba y el conflicto en Indochina– se fueron sucediendo a lo largo de casi tres décadas, los de hoy han surgido en pocos años. Lo único que falta es un error de cálculo. Porque líderes como Eisenhower, Kennedy, Nixon o De Gaulle ya no hay. (O)