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Saudia Levoyer: Uno de los grupos olvidados | Columnistas | Opinión

Escrito por el marzo 5, 2024



Cientos de veces hemos escuchado que las condiciones que tienen niños, adolescentes y ancianos miden el bienestar de una sociedad. Por eso, en un contexto de violencia, es bueno repasar algunos temas alrededor de los más jóvenes, que cada vez afrontan más desafíos, lo que sin duda obliga a plantearse preguntas y repetir ideas de qué hacer con ellos.

Vamos por partes y concentrémonos en historias contadas por chicos y algunos profesores, no desde hace unos meses sino desde hace años, de lo que ha ocurrido en escuelas y colegios. No podemos olvidar que para estar en el punto en el que estamos –que se traduce, por ejemplo, en mayor deserción estudiantil, particularmente en provincias con mayor criminalidad, disminución de la edad de consumo de drogas– ha corrido muchísima agua bajo el puente.

Para entenderse

No es ninguna novedad que los microtraficantes atraigan a los chicos desde que están en el último tercio de la educación básica (séptimo, octavo o noveno de básica). ¿Cómo lo hacen? Les regalan algunas dosis para que prueben la droga, para así conseguir adictos. También hay los que son reclutados para distribuir la droga a cambio de algo de dinero. Estos jóvenes normalmente se presentan como una amenaza para los más pequeños o los que consideran más débiles. Es a ellos a quienes les meten en las mochilas o les dan en las manos algunos paquetitos para que los vendan entre sus círculos de amigos o conocidos. Si no lo hacen, pueden recibir amenazas o palizas, en algunos casos. En otros, viven un auténtico infierno durante todo el tiempo de permanencia en donde sea que estudien. Esto les ha ocurrido a chicos y a chicas.

También están quienes acosan (física y virtualmente), hoy llamados “buleadores”. Los que se sienten populares son los que imponen las reglas dentro de los grupos de estudiantes, especialmente si sienten que algún profesor quiere impulsar alguna actividad artística o cultural que ellos no comparten. Bajo amenaza y en manada advierten a quienes quieran participar para que desistan.

El cazador de monstruos

Algunos profesores también han comentado, a lo largo de los años, que puede resultar muy difícil imponer disciplina. No solo los desafían: hay quienes han contado casos de amenazas. También hay los que comentan que las autoridades prefieren mirar para otro lado.

Para afrontar la violencia hay que trabajar en escuelas y colegios, sin duda. Actividades deportivas y culturales, además de la formación académica, ya son una prioridad y base del trabajo por realizarse para mantener a los jóvenes concentrados en otros temas. El apoyo de profesores, directivos, sicólogos es imprescindible. Ellos pelean contra titanes, pero están en la primera línea de contención, especialmente cuando los padres de familia no saben, no pueden o no quieren lidiar con este tipo de desafíos.

En esa medida, los profesores comprometidos con su vocación deben ser valorados y apoyados. Los centros de educación tendrán que cada vez impulsar más la importancia de los valores y de la cultura de la paz, para tener hombres y mujeres conscientes de que ese es el mejor camino. (O)



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