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Alberto Rigail Cedeño: El cerebro de los electores | Columnistas | Opinión

Escrito por el mayo 7, 2024



¿Qué impulsó realmente el voto de los ecuatorianos? ¿Por qué optaron en contra del arbitraje internacional y del trabajo por horas? Similarmente, podemos preguntarnos: ¿por qué algunos empresarios toman decisiones de inversión o desinversión basándose en las noticias, sin considerar datos concretos? ¿Qué lleva a ciertas personas a comportarse ilícitamente sin meditar las consecuencias de sus actos? ¿Por qué muchos consumidores adquieren productos que no necesitan?

Esto se debe a que, a menudo, los seres humanos no analizamos las situaciones de manera exhaustiva, o todas las alternativas posibles. Nos dejamos llevar por emociones, sentimientos, asociaciones e impresiones. Tendemos a minimizar los costos y maximizar los beneficios de lo que nos emociona, y nos guiamos por el exceso de confianza y la aversión al riesgo. Muchas decisiones, en retrospectiva, pueden parecer ilógicas.

A solo nueve meses

La razón es que resulta “energéticamente eficiente” para nuestro cerebro tomar decisiones rápidas e intuitivas. Para ello, utiliza atajos mentales conocidos como heurísticos y sesgos cognitivos, que no son inherentemente buenos ni malos; son herramientas útiles en ciertas circunstancias y perjudiciales en otras. El peligro radica en que la dependencia exclusiva de estos procesos puede llevar a prejuicios, percepciones erróneas de la realidad y decisiones equivocadas.

Estos fueron algunos de los hallazgos trascendentales de Daniel Kahneman, psicólogo laureado con el Premio Nobel en 2002, quien falleció el mes pasado a los 90 años. Kahneman fue uno de los mayores exponentes de la llamada “revolución cognitiva”. Antes de él, los economistas clásicos concebían a los seres humanos como agentes racionales cuyas acciones estaban dirigidas exclusivamente a maximizar su bienestar personal en el mercado. Asumían que los precios de equilibrio reflejaban dichas utilidades, mediadas por la oferta y la demanda.

Temor e ideología

El Nobel de Economía concedido a Kahneman marcó un antes y un después en la integración de la psicología dentro del análisis económico y reconoció las emociones humanas como fuerzas potentes en los mercados. Por su labor, la ciencia económica ha evolucionado hacia una perspectiva más completa, precisa y realista. Su contribución fue definitiva al resaltar que la motivación principal que guía a los seres humanos es la búsqueda del placer y la evitación del dolor. También sentó las bases de la neuroeconomía y la neuropolítica.

Su trabajo nos invita a ser conscientes de cómo tomamos decisiones y a ir más allá de la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Destaca la importancia de buscar asesoramiento, dialogar con otros, analizar causas y pensar en las consecuencias más allá de lo superficial, recurriendo a información verificada y otorgándonos tiempo suficiente para disfrutar de los beneficios del pensamiento analítico y protegernos de los errores cognitivos inherentes a todos.

Para mitigar estas tendencias mentales, recomiendo integrar este legado en las decisiones que se toman en cualquier ámbito, sea en el Gobierno, en las empresas o en la vida familiar. De este modo, podremos enfocarnos en las causas fundamentales y resolver los problemas que deseamos. (O)



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